domingo, 30 de marzo de 2014

¿Qué sería de mí sin vosotras?


Ya que me preguntas eso, debo confesarte algo. Hace poco un necio me llamó machista. Increible, ¿No? Se nota que no conoce mi escueta obra, ni a mí ya puestos, aunque no tendría porque hacerlo.

He de reconocer que adoro a las mujeres. Mi mitología particular esta dominada por las mujeres. Ellas manejan el barco de mi imaginación. El mapa de mi mundo tiene siluetas de chica, y las ciudades tienen nombres de mujeres, fatales o no.

Las mentes preclaras ya lo dijeron. Las niñas son más inteligentes que los niños, las mujeres, más astutas que los bobos y noblotes hombres y la sensibilidad florece en la mayoría de las veces en los jardines de las mujeres.

Ahora, cada cosa en su lugar. Sois la cosa más bella del mundo, pero, en algunos momentos y ejemplos, lo más toxico para nosotros. Una mujer puede llevar a un hombre al infierno, al igual que puede ser la más perfecta aliada y compañera de vivencias que se puede tener. No todo tiene su lado bueno a secas, todo tiene dos lados.

Da la casualidad que encontré en mi joven vida más mujeres benévolas que perversas o manipuladoras. Encontré mujeres pequeñas como guisantes, pero con almas tan grandes como una torre, mujeres limpias pero con almas de alquitrán, mujeres que parecen tener luz propia y que solo las mueve el que las puedas quemar con un resplandor dorado y luego, se consumen como una cerilla. Mujeres que son lo que parecen, dulzura, amor, cariño e ilusión, que no tienen mascaras para nadie. Mujeres necias que se creen geniales. Mujeres que pueden darte su energía vital con una sonrisa y mujeres que desprecian que les regales el corazón en bandeja, para ellas eso es poco.

Pobres las que son débiles de espíritu, las que buscan ser lo que no son a través de los oropeles de latón, que primero lucen como soles y luego, son solo papel de estaño sucio. Necias que no pueden apreciar los diamantes confundiéndolos con simples pisapapeles. Las que consumen el néctar de los hombres para saciar su hambre de insatisfacción.

Benditas aquellas mujeres que ven las formas de las almas de los que somos imperfectos. Mujeres que pueden y quieren sacar lo mejor de los demás y así, lograr encontrar su camino a los lugares donde sentir feliz con el viento que les sopla, sea o no favorable. Las que pueden recoger tus pedazos solo porque aprecian lo que antes de ser un guiñapo, eran un hombre bueno y sensible, o simplemente, un hombre digno de seguir luchando.

Sin vosotras yo no soy nadie. Sois mis mujeres, todas. Sois mis musas, para bien o mal. Mi amor desinteresado, o no, por vosotras es lo que me sirve para levantarme cada mañana.

No somos enemigos, ni vosotras ni nosotros. Somos aliados, padres, madres, hermanos, hermanas, amantes, amigos. Ni el hombre os gobierna ni la mujer debe beber de la venganza. Somos Seres Humanos.

Ahora, retornando al tema principal, las mujeres sois lo más bello que conozco y en todos los lugares de este mundo, vosotras sois lo que nos ha dado un motivo para ser, a todos los Seres Humanos. Sois las guardianas de la especie. Sin madres, nunca hubiera surgido el Ser Humano. Sin esposas, nunca hubiera surgido el amor. Sin musas, nunca hubiera existido el Arte. Al igual que sin nosotros, los hombres, vosotras no podéis tener una vida completa. Es reciproco ese sentir, a mi parecer.
Por ello, mi amor es único por vosotras, pues sé que significáis para mi vida, mi obra, mi amor. Por eso no sé ni quiero saber que sería de mí sin vosotras.

Milo Manara: Hay autores que se complacen en condimentar historias con monstruos, otros que prefieren los investigadores; a mí me gustan las mujeres, eso es todo.

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