lunes, 29 de febrero de 2016

Silencio


Si quieres que un secreto se sepa, escríbelo. Nadie lo sabrá jamás.

Álvaro González, escritor español.

Todo gran amor no es posible sin pena.

Proverbio italiano


Hoy también se ha vuelto a ir. Esta vez no me dijo nada de que se marchaba, y eso que lo acordamos al poco de empezar a vivir juntos en este piso.

-Yo necesito irme. Evadirme y no deseo que me preguntes nada.
-Está bien… solo te pido que me digas que te vas. No deseo preocuparme.
-Lo intentaré.

Cuando regresa, se acerca a mí y sin decir nada, o me besa en la mejilla o se me queda mirando, como un extraño y yo observo sus ojos pardos. Su padre era japonés, su madre creo que era mejicana. Era muy exótica a mi juicio, y la mujer más inteligente que conozco. Fue en un viaje a México cuando la conocí y pasaron meses, creo yo, hasta que nos dijimos que lo nuestro no podía ser solo una mera amistad. No era raro en mí pensar eso, puesto que era proclive al enamoramiento, que no significa para nada ser mujeriego.
Pero fue ella la que me besó y quien me contó algunas cosas de su vida, antes incluso de que yo lo hiciera. En las mujeres que me había cruzado, ninguna era así. Era yo quien se abría en canal ante ellas. Pero… Paola era Paola.

Así, en uno de sus ataques de sinceridad, me relató que hizo algo terrible. Casi asesina a un compañero de trabajo, allá, en México. Carlota, una amiga suya, me explicó muy bien todo, Pero Paola no podía. Solamente se centraba en que era malvada, que casi mata a ese hombre, que no pudo controlarse.

Según Paola:

-¿Sabes cuándo el Demonio te indica que debes defenderte? No creo en Dios. No puede haber creado gente como yo. Ya lo decía mi madre y su esposo. Yo debo estar escuchando al Demonio, porque dejé en coma a ese tipo. Lo dejé medio muerto y fue cuando mi madre y todos me dijeron que era una mala persona. Y abracé esa idea. Soy mala… pero no… no contigo. Perdóname si te asusté.
-No, tranquila…

Según Carlota:

-Claro que lo hizo… Pero el otro era un pinche cabrón Intentó forzarla en la oficina. La empujó hasta los baños y por suerte, entró un compañero y no hubo más… pero ella… Paola tenía rabia. No quería ser más una víctima. Usó el café de él… bueno, te imaginas el resto. Y claro, ¿Denunciar en este país? Imposible. Hubieran dicho que algo habría hecho ella, ya sabes…

Nunca le dije a Paola lo que Carlota me explicó… no creí que la ayudase remover aquello, pero algo me dijo que ella intuía que yo supe la verdad.  

Por eso, tal vez, no le ponía barreras a que se fuera y no me dijera nada más. Era un silencio necesario.

-¿Otra vez se fue? ¡Tío, de verdad!
-Volverá. Siempre regresa. Es así.
-¡Ponle claras las cosas! Esta tía no te quiere. Es muy rara y no lo quieres ver. ¡Tu madre te hubiera dicho lo mismo que te digo yo!

Mi madre… Al poco de morir mi madre, apareció Paola. Mi madre me hubiera dicho otra cosa a lo que Roberto argumentaba.

-¿Eres feliz?
-Sí, mamá.
-Pues entonces, adelante.

Mi madre… ¡Qué mal lo pasó! Me prometí escribir su vida. Me compré un cuaderno para ello y, en la cama de su hospital, un domingo, sonreí y mostré el cuaderno.

-Estoy listo para que me cuentes tu vida, mamá. Así pues… ¿empezamos?
-Yo… estoy muy cansada, hijo. No tengo ganas.

Mi madre…

Observé a Roberto. Era el amigo más antiguo que tenía. Desde los ocho años que nos conocíamos… Conocía a todas sus novias y algunas me agradaban… Tenía una filosofía muy extraña de las relaciones que, imagino, fue ampliando y mutando, pero supongo que alguien que tiene frases como cuando dicen que no, es que sí, debe entender las relaciones como algo muy retorcido y poco sano.

Acababa de tener un hijo con su pareja porque era lo que los demás esperaban de él…. Y él, pese a ser tan grande, tan aparentemente feliz siempre… teme la soledad y abraza el espejismo que ha creado con Carmen. No sé bien quién me dijo que cuando uno se pasa la vida haciendo bromas e intentando agradar a todos, algo oculta. Algo no funciona bien en su vida. Roberto puede ser un ejemplo claro si me importase una santa mierda lo que dijera. Sus consejos hace tiempo que no tienen una utilidad en mi día a día.

-¿Has visto el culo de esa?
-No. La verdad es que no…
-Ese es tu problema. Es por eso que las tías te toman el pelo.

Sí, mi problema con Paola está en no decir que una mujer tiene una buena delantera o si me la follaría o no… Es de cajón, vamos.

-Yo no quiero tener hijos.-Me dijo una vez Paola.- ¿Quién soy yo para dar ejemplo a nadie? Tendría niños malcriados. Es una responsabilidad que no quiero tener. ¿Te molesta eso?
-No. Puede que con el tiempo…
-Con el tiempo pensaré lo mismo. El tiempo es una variante sobrevalorada.

Así que lo más posible es que fuéramos solo ella y yo, lo cual no me parece tan mal… pero tener una hija… no sé, me ilusionaba eso…

-Yo puedo ser toda la niña que desees. ¿Me hago coletas? Quieres eso. No me importa. Por ti, lo que quieras. Eres tan bueno conmigo…  
-¿Y no eres tú buena conmigo?

Entonces… silencio. Me mira con cierta extrañeza, a mi juicio, y me habla de los últimos estudios de cálculo que leyó. Eso me alejaba un poco de ella…. Eso y que al decirla que la quería, me diera las gracias, pero entendía que siempre quiere cambiar de tema cuando el foco de una conversación se pone sobre ella. En Morelia hacía igual, cuando me pidió que nos fuéramos lo más lejos de su madre y de su pareja, de sus hermanastros… de ese ambiente.

Al poco de mudarnos al piso, hicimos una especie de recorrido por todos los restaurantes de comida japonesa de la ciudad. Por suerte, yo era de esos que les agrada el Sushi, porque ya conocía yo gente que lo odiaba con todo su ser, que ya ves…

Era muy tierno que Paola hablase a los camareros en japonés… parecía una niña tímida y sonreía ampliamente… pero también lo hacía cuando fuimos hace tres semanas a un restaurante chino y el camarero la miraba como si eso formase parte de una broma que no alcanzaba a entender.

-Cariño, es chino, no japonés…
-Oh… Pues debería aprender japonés…
-Bastante tener yo con aprender español, señorita.-Replicó el camarero soltando una risa amigable.

Y suena el teléfono.

-Sí, Dígame 
-¿Es usted el marido de Paola Mariko Morales?
-Eh… Sí soy su pareja, pero no su ma…
-Le llamo de la comisaría.

Al parecer, Paola se sintió agredida por un comentario de esos que tanto le gusta usar a gente como Roberto y actuó de un modo desmedido, según dijo el policía que me acompañó hasta la habitación donde estaba Paola.

Tenía la mirada perdida y cuando se dio cuenta de mi presencia, me abrazó. El hombre no presentó cargos puesto que, ¡Casualidades de la vida!, era un ratero de tres al cuarto que la policía conocía muy bien.

No hubo un regreso a casa más tenso que aquel.

-¿Estás enfadado conmigo?-Preguntó tras llegar, junto conmigo, al salón de la casa.
-No…
-Ya te dije que soy mala persona y…
-Paola… No. No eres mala persona, sólo que… no te entiendo algunas veces.
-Ya, me lo dices mucho cuando hablo de cálculo y de…
-No. No te entiendo cuando te vas, cuando te obligas a decirte que eres mala…
-¡Lo soy!
-No lo eres. Tienes miedo.
-¿De ti?
-De todos.

Silencio.

-Estoy cansada. Me voy a la cama ¿Te importa?
-¿Por qué te torturas así?
-¡Porque es lo que muchos esperan! ¡Esperan que caiga y tengan que recogerme del suelo! ¡Por eso! ¿¡Eso es lo que deseas oír!? ¡No soporto que la gente sea condescendiente conmigo! ¡No soporto que no seas capaz de enfadarte conmigo! ¡Soy mala para ti!
-¿¡Quieres que me enfade contigo porque un gilipollas te intentó violar!? ¡No lo hare! ¡Te adoro! ¿Entiendes eso? ¡Te-Adoro!

El gesto de Paola era el de alguien que acabase de descubrirse una profunda herida tras un accidente.

Se fue del salón y oí como la puerta del dormitorio se cerraba y después… silencio.

Me quedé dormido en el sofá. No recuerdo bien cuando fue. Al despertarme era de día y me dirigí al dormitorio. La puerta estaba abierta y la cama hecha. Paola no estaba. La busqué en las demás habitaciones y vi un sobre en la mesa de té de nuestro salón de la que antes no me di cuenta. Lo abrí.

Te desgajas alma mía
Sobre un foso de torpeza
Oquedad sin compañía
Un sagrario de tristeza

¿Cómo vuelvo a edificarte?
Si eres polvo y finos granos
Y por más quiera juntarte
Te me escapas de las manos

Y tú, llanto traicionero
Que a mis ojos te caucionas
Si te alojo pasajero
Sin aviso me abandonas

¿Cómo impido este tormento?
¿Cómo suspendo la aflicción?
Si me quedo sin aliento
Al tener roto el corazón

Y el amor que tanto afano
Y que no existe en un lugar
A mi mente hago el engaño
Y no le dejo de soñar

Sin fortuna y abatida
O un anhelo que obtener
Sin su amor vago perdida
Y me sustento del ayer

Del fracaso que es mi vida
Que entre versos veo abjurar
Fragmentada, adolorida
La quisiera terminar…

Y así se volvió a ir... y no regresó. Se llevó su ropa, un par de libros y poco más. Se fue, seguramente, en plena madrugada y pese a que la busqué, no la encontré. No quiso que la encontrase esta vez. Posiblemente vuelva, pero nunca se sabe con Paola.

-Lo bueno es que ya por fin eres libre.-Señaló Roberto con un gesto burlón.

Yo preferí guardar silencio.

-¡Va! ¡Anímate! Seguro que esto te sirve para aprender. ¿Qué sueles decir tú? Que lo que sucede, conviene.

¿Por qué sigo viendo a este idiota? ¿Qué tiene que ver conmigo? Somos dos extraños. Parece que sepa más de Paola que de este tipo que prefiere esconderse de sus temores tras una máscara de falsa felicidad… y pocas veces lo logra.

Llego a casa y noto que todas las puertas siguen cerradas, como las dejé desde que ella no estaba. Todo está en orden, envuelto en una quietud ciega.

Hoy también espero que alguien se acerque a mí y sin decir nada me bese en la mejilla o se me quede mirando, como un extraño y yo observo sus ojos pardos.

Pero solo recibo una cosa.


Silencio.

domingo, 14 de febrero de 2016

Sin valentía

Estimado tú:

No tengo ni idea del motivo por el que escribo esto, pero será que necesito hacerlo.
Contigo he pasado del amor al odio, y del odio a la apatía sobre todo lo que forma parte de ti.
Has estado más de veinte años manipulando, con éxito o no, mis pasos. Ahora que me he logrado alejar de ti lo tengo claro: no pienso en volver.

Ahora que he(mos) llegado a este punto, en el fondo nada va a cambiar ya. Irá a peor si acaso, pero por fin estoy libre de tu influjo. Libre de tus inseguridades y miedos estúpidos que acorazabas con bromas absurdas y juicios de valor que minaban mis actos, fueran grandes o pequeños.

"¿Qué haces en Madrid? Ven a verme que te quiero mucho"

"¿Tú has visto las pintas que llevas? Vistes de un modo muy desfasado.

"Hazme caso, eso no te conviene para nada"

Has querido controlar mi vida y yo te dejado. No niego mi parte de culpa en esta situación. Debí haberme dado cuenta antes de lo que estabas haciendo conmigo. En el fondo eres una víctima de ti mismo y cometes los mismos errores que has aprendido de otros pero eso no te da la bula (¿conoces ese término? porque nunca te has molestado en conocer mis creencias ni siquiera en leer más de un libro o dos por gusto) para actuar como has actuado conmigo.

En el fondo eres cruel y ruin a tu manera. Sé que no lo pretendías en muchos casos. Sé que lo hacías porque creías que era lo justo pero un hombre qué cree que cuando una mujer dice no quiere decir que sí, tendría que haber activado todas mis alarmas y haber visto lo que ibas a hacer en adelante (ya cuando dijiste eso llevábamos conociendo ocho años)

Y ahora que se ha caído la venda que tenía en los ojos y que tu control, que veías que se iba debilitando, se ha disipado, puedo decir que no eres ya nadie para mí.

Así es. Ese que se enfadó conmigo porque me iba a una feria con mis amigos y no con él, ese que se mofaba de mí cuando quise dedicarme a la actuación, ese que intenté dejar unas cuatro o cinco veces, ese que siempre quería la atención mía para contar cómo le había ido el día pero que, curiosamente, nunca preguntaba por mi día, ese que me presento a una compañera suya diciendo que era una calientapollas, justamente ese, ya no es nadie.

Por supuesto que tú podrías hacer la réplica y decir que yo he cometido este o aquel error, que yo he hecho aquello o lo de más allá, pero ya te encargabas constantemente de afearme todo lo que yo hacía, así que para mí estás desautorizado para intentar siquiera tener una defensa de los actos que acabo de relatar sin ningún ápice de odio y algunos que no he relatado por pudor más que otra cosa.

Puede que te parezca injusto, pero simplemente hago esto con el fin de sacármelo de dentro de las entrañas, porque ahora que estoy lejos de ti soy consciente de la gran verdad y es que lo que tú has tocado, de algún modo, se ha convertido en mierda pese a tu filosofía maniquea en la que solamente unos pocos se salvan, aquellos que te querían incondicionalmente, aquellos que te soportaban todas las tonterías y ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está esa gente?
Sé que me queda un gran recorrido hasta poder llegar al punto en el que yo vuelva a valorarme como me merezco pero lo voy a lograr porque valgo más de lo que tú nunca has creído. Porque cuando me despedí ti aquella vez dijiste que tú me habías apoyado a la hora escoger mi carrera y no es verdad. Es una idea qué te has esforzado en hacer verdad en tu cabeza. Te miraba entonces que miraba entonces y no te saque de su error porque ya empezó en ese momento a surgir la indiferencia hacia ti y era gastar energías como había hecho anteriormente para ser lo que tú esperabas y que tú en algún momento fue así lo que yo esperaba pero no éramos ninguno de los dos las personas que pensábamos.

Sé que de alguna manera enfermiza tú me has querido y yo te he querido pero, ya te he dicho que ahora ya no siento ningún tipo de cariño. No te deseo ningún mal pero queda un gran recorridos hasta poder llegar al punto en que seas consciente del mal que te haces a ti y a los demás, si es que algún día haces ese examen de conciencia y eres capaz de comprender que no se debe insultar a alguien porque no te quiere Cómo y cuándo quieres.

Soy consciente de que nunca leerás esto pero si en algún momento lo haces quiero desde lo más profundo de mi corazón que entiendas que esto no es en ningún momento un ataque hacia ti solo un modo de decirte No cuando tú entendías que sí.

Allá donde vayas espero que nuestros caminos no se lleguen a cruzar por el bien de ambos.