¡Me alegra que me lo preguntes!
Escribo porque el niño que aun habita en
mi piel, aunque le duela algunas veces y tiemble ante la idea del adulto que
acabó siendo, me lo pide. Ese niño que conoció a los hermanos Grimm, a
Andersen, a Perrault, a Anónimo, gracias a esas ediciones adaptadas de su mente
y su corazón. Ese monstruito que devoraba y cocinaba imaginación.
Escribo porque así espanto mis penas,
pues es muy perra la realidad que ayer, hoy y, tal vez, mañana me tocó en
suerte. Y no creas tú que no me duele
vivir con creces, pero de algún modo debo tirar piedras contra las fronteras de
la simpleza desde mi castillo en el cielo ¿No lo crees?
Escribo porque he conocido cosas, pocas
o muchas, gente de corazón negro como el vacío que nos muerde, de almas
transparentes y limpias, con nombres y apellidos que se graban en mi mente por
motivos que desconozco, así como los momentos que me hacen sonreír o enjuagarme
la frente en lágrimas.
Así que, sí, escribo por esa chica de
cabello rizado que no era tan especial, pero me dejó persiguiendo conejos
blancos, por esa muchacha que no sonreía por costumbre, pero que dio a la
chaqueta blanca unas connotaciones etéreas en mí, por aquella violinista fotográfica
que bebía té de vainilla, que me hizo naufragar en mil mares… Todas ellas me
han hecho ver que querer es dolerse algunas veces, haciendo que apriete y evoque
las letras
Escribo también por aquella mujer de los
ojos grises y el encanto súbito de noches de brisa fresca, por esa muchacha de
bucles oscuros que sirve de brújula cuando nadie más puede, por esa pequeña hada amiga y cotidiana que
deja rastros de colores y picapicas de fresa… Todas ellas me hicieron apreciar
los instantes de un sincero cariño desde las trincheras de este gris horizonte.
Escribo porque me hace pensar que el aire
de mis pulmones merece ser gastados en algo más o menos bien hecho, por algo
que me lleva a ser cada día un poco menos necio, más loco, menos cuerdo y más
experimentado. Ofrecer más de mí mismo cuando antes no pude.
Escribo porque soy hijo de mis padres,
hermano de mis hermanos, tío de mis sobrinos, enemigo de mis miedos, amigo de pocos,
derrochador
de ilusiones y aprendiz de la genialidad con canas. Soy esto, no aquello. Soy
lo que escribo y como yo lo quiero escribir, desmembrando
así el anterior mal concepto que de mí tenía.
Así creo que debe ser, pues de lo contrario estaría solo y desnudo
frente a los demás en muchos sentidos.
Soy alguien que el mundo necesita, como otros que pueden cambiar su
mundo como mejor saben.
Es por ello que tomé, tomo y tomaré la
pluma ¿He contestado a tu pregunta?
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