miércoles, 9 de julio de 2014

Las estaciones, el pasado y otras cosas sin lugar a cuento


-¿Qué es lo que recuerdas?
-Un cuarto a oscuras y una respiración ahogada… una respiración que nunca antes oí.

-¿Eso es lo primero que recuerdas?

-No… Hay más.

-Bien, proyéctate allí. Es hora de empezar.

-Listo cuando tú digas.

Primavera de 1991.  
-Eres un idiota y un niñito de mamá.-Insultaba aquel niño escuálido, de cabello castaño claro en forma de tazón a otro niño, este de cabello castaño más oscuro, peinado con raya y con ojos de mirada triste pero luminosa.
-¡No te metas con mi mamá!
-¿Por qué? ¿Eh? ¡Es la verdad! ¡No me caes bien porque eres un llorón y todos los saben!

-Santiago siempre fue un pequeño cabrón. No, nunca le caí especialmente bien. Por culpa de él, mi madre dejó de  acompañarme al autobús de la ruta al colegio. Allí no estaba mucho mejor. Jugaba solo. Siempre lo estaba, o al menos lo estaba cuando mi único amigo dejó de ir al cole y se cambió a otro. Me consideraban retrasado. ¿No es extraño? Solo era un niño ciertamente mimado, tímido y poco habilidoso. Eso significaba ser tonto para los demás, pero era inteligente.

-No todos somos hábiles en todo.

-Pero aun entonces, era feliz. Mira, a pocos metros, ¿La ves?

-No, ¿Tú sí?

-Sí, mira quien me vigila. Le dije que la gente se reía de mí, que no quería que me acompañase y mírala. Escondida vigilándome.

-Te quería mucho. Pero. ¿Por qué aquí?

-Porque quería ver que tenía razón. Allí estaba. Tardaría años en saberlo y sería porque me lo confesó ella.

-Bien. ¿Y ahora?

-Ahora quiero hacer algo importante.

Verano de 1995.
 -¿Un hospital?

-Sí, el de Cristo Rey.

-Es de madrugada. ¿Por qué aquí?

-Ahora lo verás.

Un niño permanecía en su cama. Era el niño que insultaba el otro. Ha crecido un poco. La luz le golpea y le ve. Una silueta a contraluz. Un hombre con barba recortada y escaso cabello oscuro.

-¿Quién eres?
-Casi no lo cuentas.
-¿Es un médico?
-No exactamente. Al parecer no era tu hora. Tienes que vivir y hacer grandes cosas. Ahora, deberías dormir.
-Sí… debería. Estoy cansado.

Cuando volvió a mirar a la puerta del cuarto, ya no estaba.

Invierno de 2004.
-¿Madrid otra vez?

-Callao. Mira a esos dos.

-Increíble… ¿Ese no…?

-Sí. La chica es guapa ¿no?

-Bueno… no está nada mal.

Ella era una chica de cabello negro, manos de violinista, ilusión loca… él el mayor bobo enamorado. Ese cabello castaño oscuro, ese gesto de tristeza falsa… aunque tal vez no lo era tanto ya.

Era feliz.

-Me debo ir. No quiero llegar tarde al trabajo.
-No, eso no lo puedes permitir. Me gustó verte.
-Y a mí. Espero que le guste ese DVD a tu madre.
-Seguro que sí.

Ella se perdía entre la multitud.

-Venga, bobo, te mueres por abrazarla y darle un beso en la mejilla. Hazlo.

Un empujón y se encontró dándole un beso y un abrazo en la mejilla. Se disculpó tras pedirle ella que por favor la soltase.

-Se fue molesta, pero no me importa. Seguro que la próxima vez que nos veamos ni se acuerda.
-En algo si tienes razón. No se acordará porque se irá olvidando de ti.
-¿Eh? ¿Pero…?

Cuando volvió a mirar a su espalda, aquel que le  empujó y le habló ya no estaba.

Otoño de 2011.
-Esto es una casa.

-Sí. Quería despedirme de ella.

Él se sentó en el sofá junto a aquella mujer rubia que veía la televisión con sus gafas de ver de lejos. Tenía una manta a sus pies. Cuando él se sentó cerca de ella, como de costumbre, ni le miró.

-¿Qué ves, mamá?
-Bones.
-Sí has visto ya este capítulo mil veces.
-No lo recuerdo.
-Da lo mismo. Te quiero.
-Ya. Y yo a ti… ¿Estás llorando?
-¿Eh? Sí, puede ser. Es que ya sabes, tengo mis días tontos.
-Pues reponte, hombre.
-Lo haré.
-¿Te importa traerme un par de galletas?
-No, no, claro que no…
-Gracias, hijo.

Le dio un beso en la mejilla a la mujer y se levantó del sofá.

Cuando el muchacho de cabello castaño oscuro, con esa fina perilla, apareció por salón, oyó hablar a su madre y  el que se sentó a darle un beso a la mujer ya no estaba.

-¿Decías algo, mami?
-Sí, que me traigas dos galletas ¿es que no me oíste ya?
-No, pero te las traigo.

-No lo entiendo aun… ¿Se puede saber que has logrado cambiar recordando y reviviendo esos momentos de tu pasado?

-Nada. Solo hice lo correcto.

-¿Lo correcto? Tenías la oportunidad de cambiarlo todo.

-¿Y de qué serviría? La imperfección ya es por si perfecta.

-Nunca te entenderé.

-Ni yo, ni yo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario