domingo, 29 de junio de 2014

Spiderman y yo


Un héroe es todo aquel que hace lo que puede.
Romain Rolland, Escritor francés.

Muchas veces no importa como se ve a un héroe, si no como el resto, los demás, lo ven.

Yo podría ser un tipo muy manido y decir que los grandes héroes son los policías, los bomberos o los médicos, pero a un niño lo que le maravilla no es eso. Le maravilla aquel ser que puede volar, que tiene súper fuerza o velocidad increíble, aquel que debe esconder su identidad para que los que le importan no sufran. Un ejemplo de ello es Spiderman.

Desde muy niño, tal vez con cinco años, me encantaba aquel héroe disfrazado de azul y rojo que lanzaba telarañas por las manos, trepaba edificios y se las tenía que ver con diversos criminales, ya sean con tentáculos metálicos o con capacidad de lanzar rayos eléctricos.

Recuerdo vivamente la primera vez que vi un comic de Spiderman. Era increíble verle pegado al techo de un metro y las personas que esperaban en la parada se asombraban al verle. Más adelante, con ayuda de una tal Kitty[1], se las veía con un montón de gente rara que, no entendía yo bien el motivo exacto, deseaba hacerles daño.


¡Spiderman era lo más!

Me gustaba tanto el trepamuros, pues tenía yo ese comic y contemplaba como un bobo cómo se las veía contra diversos y extraños villanos con ayuda del Hombre de hielo y Estrella de fuego que yo deseaba un disfraz de Spiderman. Sí, yo quería ser uno de esos niños con disfraz de Spiderman que tanto se estilarían en los noventa (no en balde, yo en el 88 fue cuando le pedí) Y mi madre, que negarme me negó pocas cosas, salió a la compra con la idea de regresar con ese disfraz ¡Jo, iba a vestirme con un disfraz de Spiderman! Pero, no fue así. Mi madre regresó y me dijo: No había disfraz de Spiderman, así que fui al quiosco y te traje esto.

Era otro comic, este distinto al anterior. Aquí, Spiderman estaba dentro del recuadro que formaban los diversos héroes de la compañía Marvel (que no conocía yo mucho, tal vez sí al Capitán América, al Hombre de Hielo y Hulk, y eso posiblemente porque aparecían en la serie de TV), pero estaba bocabajo, saludando, y… ¡¿Vestido con un traje negro?! ¡Jo, eso no sale en los dibus de la televisión! No recuerdo de que iba ese cómic, posiblemente Spiderman se las viera contra traficantes de armas o contra Kingpin, no lo sé con exactitud.[2]  ¡Era Spiderman y vestía un traje muy chulo y que yo podía dibujar fácilmente! 




Años después acompañando a mi madre en un viaje a Madrid, pues nos habíamos mudado ya a las Matas, me compró un tomo de varios comics de Spiderman (retapados los llaman) y en él, ya habían varios villanos. El primero, el Duende. ¡Montaba un patinete volador y resultaba ser un tal Flash Thompson![3] Luego el temible Sindicato Siniestro, Kingpin, La Rosa, ese tal Jack O’Lantern…

En mi cole, en el recreo, le contaba a mis amigos las peripecias de Spidey, pero claro, lo que les gustaba a ellos no era el hecho de que Spiderman saliera herido o tuviera problemas con su relación con Mary Jane o con las fotos que le llevaba a Jameson o a Robbie Robertson, les molaba otra cosa: Que parecía un ninja, como esos cuatro quelonios que tanto gancho tuvieron en los 90.

  
Paso un poco más de tiempo, mi hermano mayor, que sabía que me gustaban Spiderman, me dijo que mis padres le habían dado dinero para que me comprasen algo y me distrajera. Y allí, en un quiosco, siempre al rescate con sus redes, estaba un comic de Spiderman. Una portada extraña.  Spiderman saltaba ante el ataque del Conmocionador, al que creo que ya vi en algún momento, tal vez en su debut por los lápices de Romita padre,  un viejo tebeo de Vértice que tenía Santiago, el hermano de mi amigo Diego. Detrás de ellos, estaban Misterio, Electro, el Doctor Octopus, el hombre de arena y el Duende. Era la segunda parte del regreso de los Seis siniestros ¿Quién demonios eran los seis siniestros? ¿Importaba mucho? ¡Estaban los villanos de gama mayor de Spiderman en esa portada! Yo ya los conocía pues en los noventa, un tipo que no sabíamos su nombre hasta años después, dibujaba unos posters increíbles donde aparecían diversos rivales de Spiderman.

  
Devoré ese comic y me fascinaba lo perverso que parecía en plan del Doctor Octopus para acabar con Spiderman. ¡Qué amenazador parecía el Duende! Yo ya sabía que no era el Duende de ese retapado que me compraron, pero, ¿Lanzaba bombas calabaza? ¿Volaba en un patinete raro? ¿Vestía igual? ¡Pues era el Duende! Cuando salió la continuación, me la compraron y  ¡Oh, Spiderman iba a morir! ¿Y el Buitre? ¿Quién demonios era el Buitre?  Daba lo mismo… ¡Spiderman les daría una soberana paliza a todos, Peter vendería las fotos, se iría a cenar con su esposa y en próximos números se las vería con otros villanos! ¡Sí! Pero… ¿Le han envenenado? ¡No!

No supe como acabó esa saga hasta pasados unos cinco años o tal vez más…

En 1995 viajé con mi familia a Miami y por fin le puse mis garras a un comic de Todd McFarlane, el tipo ese que dibujaba los posters. ¡Y era el debut de Veneno! ¡Veneno! Ya había salido esa serie tan terriblemente fea de Spiderman y yo tenía algún muñeco. Sabía ya entonces casi quien era cada villano pues en un quiosco cercano a mi casa en las Rozas tenían un ejemplar de la segunda edición del número 1 de Spiderman de Forum. Y me lo leí bien. Que si Octopus, que si el Duende Verde, que si los Forzadores, el gran hombre, Que si el Camaleón cabeza de Martillo, Kraven, Morbius… Pero… ¿Y esa Gwen Stacy? ¿Betty Brant no era la mujer de Ned Leed, el Duende?  La única novia que yo conocía a Spiderman era Mary Jane Watson, esas solo eran novias de tres al cuarto para mí. Sin tan importantes eran, ¿Por qué no se casó ninguna de ambas con Spiderman? ¡Ay, Cuanto me quedaba por saber sobre la pobre Gwen y lo que marcó la vida de Peter Parker!

Volví a España con ese comic en inglés sobre el mayor enemigo moderno del cabeza de Red. No entendía ni papa pues mi inglés era del tipo “i’m boy, i’m live in Madrid…

  
-¡Buah, esto sí es un comic bueno de Spiderman! Porque, ahora…
-¿Qué pasa ahora?
-¡Venga ya! ¿No te enteraste?
-Pues no…

Ahí empezó el declive de Spidey para mí. Que si hay otro Spiderman llamado Ben Reilly, que tenía un traje chulísimo, que sí clones y más clones, que si Octopus había sido asesinado, que si ahora el Chacal era el gran némesis de Spiderman, que si…

-¿Cómo va a ser ese Chacal el némesis de Spiderman si no le hemos conocido hasta ahora?
-Ni idea, pero esto promete…

Yo, que era un lector ocasional de Spiderman, clamaba por volver a una época más sencilla, con mi Doctor Octopus maldiciendo a Spiderman y este bromeando, con un Duende que hacía tratos con Kingpin o con la Rosa y al que Spiderman no podía vencer, con un Peter que volvía a casa y le decía a su bella mujer que solo deseaba regresar y abrazarla…

Entonces, apareció Kurt Busiek. Bueno, aparecer no, él ya estaba ahí, y pareció oírme. Me regaló el Spiderman que yo quería y no ese impostor de Ben Reilly que nunca sería Peter Parker, mi Peter Parker.

Las historias jamás contadas de Spiderman volvían a una época sencilla y con esencia, donde lo bueno de Peter era ser Spiderman pero, además, verse las caras con esa fantástica galería de villanos. Las claves de Spiderman estaban en esas dos cosas: Peter Parker y los villanos.

Al contrario que Batman, Superman o los X-men, lo que importaba en Spiderman era que hiciera lo que hiciera, era un buen muchacho llamado Peter Parker. Sí, tenía poderes, y sí, parecía un ninja, pero él no quería eso. Lo hacía por los demás y por hacer mejor su mundo. Le daban cada paliza que flipabas. ¡Qué te está pegando un tipo con alas verdes, Peter! ¡Levanta y dale a ese viejo calvo lo que se merece! Pero cuando vencía o el villano huía, Spiderman daba paso a Peter y este se preguntaba si Tía May estaría bien o si habría logrado Mary Jane que la escogieran para ese trabajo como modelo.

Bruce Wayne, Clark Kent o incluso Logan o Scott Summers no tenían ese factor humano, o no tan acuciado, Bruce Wayne era el disfraz, al igual que Clark Kent, que pocas veces recuerdo yo que pensase si Lois le extrañaría o si sus padres tendrían problemas con las cosechas en Kansas… y los X-men… Bueno, es mundo aparte.

Y en cuanto los villanos, Batman tiene una gran galería pero, los de Spiderman eran tan bizarros y divertidos como él. El Doctor Octopus llevaba brazos mecánicos adosados al torso, ¡Por Dios! Soy un genio y un hombre terrible pero eso no hizo que pudiera evitar quedarme con estos tentáculos de metal pegados a mí. O el Duende Verde original. Soy una gran amenaza a temer pero de vez en cuando, olvido que soy el único criminal que conoce la identidad de Spiderman y vuelvo a ser Norman Osborn, un hombre de negocios y un nefasto padre.

Pero, justamente, los Villanos funcionan bien cuanto más se acercan al héroe. El Buitre no busca joyas exclusivamente, si no que desea que no se le menosprecie por ser ya un anciano, al igual que Peter no lo quiere por ser un tipo estudioso. Octopus era un gran científico pero eso, como a Peter, no le ayuda a ser un hombre de éxito. El Duende Verde, como Norman Osborn, quiere control, poder, ser superior a los demás, y Spiderman es el modo que Peter Parker tenía de  sentir ese poder, pero él lo usa para ayudar a otros, Norman para ayudarse él. Si nos fijamos, el patrón es claro. Un héroe como Spidey piensa antes de los demás que en él tras morir alguien que le importa, mientras que los villanos como Escorpión, Rino, Lápida o Misterio han pensado antes en su provecho propio y en pasar por encima de otros. Uno se puede identificar con Spiderman, pero también puede hacerlo con Kraven en su última cacería, con la tragedia de tener un padre tan duro como tuvo Harry Osborn y que hizo que se convirtiera en el sucesor  al tomar el planeador del Duende Verde o con otros tantos villanos que en algún momento intentaron que en sus vidas se hiciera justicia, como alguna vez, cuando se pierde el rumbo, pasa.

Spiderman es un personaje que estuvo allí en muchos momentos de mi vida y al cual siempre guardo un cariño, pues no en vano fue el héroe que me inspiró a creer que uno en este mundo puede hacer que tengamos siempre la esperanza de poder salvar el día de alguien con un nimio gesto aunque la vida sea injusta. 




[1] Kitty Pryde, miembro de los X-men con el nombre en clave de Espíritu en esa época.  
[2] En realidad, según apunta Francesc Martínez en su primer tomo de Diario de Peter Parker, Mary Jane visitaba a Peter Parker tras haber luchado este contra el sindicato Siniestro (Rino, Hydroman, Boomerang, Escarabajo y Demonio veloz)  
[3] Mentira, pues era un plan del verdadero Duende para engañar a Spiderman, pero claro, hazle entender tú a un niño de 7-8 años esas tramas…

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