domingo, 26 de enero de 2014

El impostor



"Dicen que soy un gran escritor. Agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto. El día de mañana, algunos lúcidos la refutaran fácilmente y me tildarán de impostor o chapucero o de ambas cosas a la vez."
- Jorge Luis Borges, escritor argentino

"La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano."
- Friedrich Nietzsche, filósofo alemán  

 Lo que debería hacer es dormirme. Estoy cansado. El caso es que debería dormir, estoy cansado pero no logro dejar de dar vueltas a la almohada. La abrazo, la sobo, la aprieto, la pongo bajo mi costado derecho. Nada. Solo me resta pensar en cosas y tarde o temprano me quedaré frito. Recordar, crear historias en mi cabeza...

Hay veces que un recuerdo es como esas entradas de cine que dejas durante años en la cartera. La tinta ya es solo un fantasma de lo que allí estaba, dejando un trozo de papel que una vez fue un buen momento de nuestras asiduas vidas ociosas. Sabemos que estuvo allí, pero no sabemos bien que era exactamente lo que allí había. ¿Vi la última de ese director que expone tanta violencia? ¿Aquella de esa actriz que idolatro tanto y que debe decidirse entre uno u otro pretendiente? ¿De veras se fue sin siquiera decirme adiós? ¿Tantos años de aguantarnos y se ha ido? ¿Ella y cuantas? ¿Por qué lloro si lo tengo superado?

Guardaba su foto en aquel cajón, en la mesa de estudio, bajo un montón de hojas con apuntes sobre historias que no he llegado a terminar y a dar forma. La quité del marco en el que antes la puse. Yo con mi gran S de Superman en esa camiseta que ahora ya solo es un trapo para limpiar el polvo. La abrazaba y ella, con su cabello oscuro, negro como la oscuridad donde ahora me tumbo a intentar dormirme, con esa pequeña naricilla, con esos ojos de pupila llena de vida, me sonríe con cierto sarcasmo, como lo hacía ella.

¿De verdad la vi hoy caminando por la calle de la mano de un chico y  no me reconoció? ¿Tanto he cambiado desde ese Me encanta tu nombre?

Tal vez el problema es que nunca he dejado de ser lo que se esperaba de mí. Si me levantase de esta cama mañana sería lo que los demás desean que sea.

El lunes seré un hombre viajado, que tiene millones de fotos haciendo cosas interesantes con su pareja en Nueva York, en Venecia, en Praga, en Francia, en Inglaterra…

El martes seré un informático que vive en el extrarradio, o tal vez en Lavapiés, que se consuela de su vida sabiendo que hay quien está peor.

El miércoles seré un ilustrador que hace tiempo que pierde horas de sueño para ganar cuatro duros y pagar el alquiler de su pequeño piso que comparte con una novia que le ignora siempre que le es necesario.

El jueves seré el más leído y más estudioso de los jóvenes eruditos, que usa los sentimientos que tiene como marca páginas de frases interesantes y con aliento de ser profusas.

El viernes finalmente me dejarán ser ella. No tenerla, no vivir con ella, no regalarle un gato, no irme de viaje con ella. Ser ella y no por un deseo freudiano de homosexualidad reprimida, si no como gesto absoluto de amor, de empatía, de comprensión única. Mi cuerpo cambiará místicamente, sin romperse ni mancharse y seré ella. Mi perilla se irá, mi cabello se tornará más oscuro y copioso, mis labios serán más finos, mi voz más delicada, mi madurez e inteligencia emocional más notable…

Seré ella hasta el domingo cuando me levante y sea yo. No más mascaras. Yo, el tipo que tiene un montón de ropa sucia en el suelo, un vaso en su mesa de estudio con restos de coca cola en el fondo, junto a bolígrafos, lápices, gomas, un papel con la frase se me resiste el monologo interior. Trabajarlo más.

Seré yo, el que la única vez que viajó a otro continente fue en la niñez, a Estados Unidos para no aprender casi nada. El que solo con pensar en arreglar un problema en su Pc se pone histérico, el que dibuja con trazos inconstantes figuras poco reales y que creé que las capas son para cuando a uno le cortan el pelo. El que ha leído a muchos menos autores de los que se creen los demás y no ha pretendido entender muchos de los símbolos, figuras ni profundidades por respeto a que yo no soy ellos. Tal vez lo sea un sábado impar. Sí, el próximo sábado tal vez sea Cervantes, el siguiente Bécquer, al otro Jonathan Swift, el siguiente a ese Alas Clarín, al mes que sigue Lewis Carroll…

Mi vida y mis relaciones entonces serían como una obrita que alguien se molestará en ojear y en releer aquel párrafo que reza:

 Tal vez sí vi que en el colegio anterior no se me enseñó a los nueve años a multiplicar ni a dividir, a ser alguien con una evolución perfectamente coherente para mi edad, época, país, mundo y momento histórico pues yo era el niño cuyos algodones en los que me tenían hasta la fecha están ya sucios y no lo entenderán esto los que vivieron los cambios de vida como si se abriera una ventana para que el aire moviera sus alas sin hacer esfuerzo.

Y ese alguien asentirá despacio y anotará esa idea para él, para el futuro, para ejemplificar lo que es la cobardía en los tiempos que no se vivieron en directo.   

Un resquicio de luz da silueta a mi cuarto. ¿Me dormí? ¿Cuándo? ¿En qué pregunta o en que reflexión?

Suelto un quejido de desgana al despertarme, me destapo y rompo mi crisálida de sabanas revueltas y mantas arrugadas con mayor agilidad que antes. Un impulso y ya me siento en la cama. Me froto la cara y noto la piel suave. Un estiramiento, me pongo de pie y me deshago las coletas en las que recogí mi cabello oscuro para dormir. Un día más en la vida. Hoy es viernes y por tanto, no puede ser un mal día del todo.       

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