domingo, 18 de diciembre de 2011

Sobados y usados

Empezaré este texto, y sin que sirva de precedente, con una anécdota.

Hace muchos años, fui a una feria del libro de Madrid, que, como muchos sabrán, se hace en el Retiro.
Ese sábado, fui con mi padre a que una escritora, Carmen Martín Gaite, me firmase un ejemplar, que me mandaron leer en el instituto, de Caperucita en Manhattan, libro que devoré como pocos en esa época, y que con esa voracidad fagocitaría otras novelas más adelante.

Mi ejemplar de esa novela estaba maltratado, con las tapas algo arrugadas, mancilladas y las puntas de las páginas parecían haber sufrido una ligera paliza, pero aun así, deslicé mi ejemplar ante mi autora, que miró atentamente como aquel pobre libro había sido torturado hasta confesar no sé bien que secreto. Pensé que me reprendería y no fue así.

-Adoro cuando un lector vive así los libros. Los soba tanto porque los estuvo disfrutando. Eso es lo que da vida a los lectores y a las obras.-

Me dedicó el libro de este modo:

Mayo 2000

Para Gonzalo, gracias por tener ya tan sobado este libro.

Afectuosamente

Carmen Gaite


Carmen Martín Gaite murió en Julio de ese año 2000.

Una vez dicho esto, ¿Quien es capaz de decirme que las novelas, los cómics, las obras de teatro, no se deben sobar, usar, doblar, amar, sentir, sudar? No, no hago apología del maltrato de los objetos, sería de idiotas.

Pero, si yo vivo las obras, es porque ellas vivieron conmigo. Para mí, Caperucita en Manhattan es su autora, Alicia en el país de las maravillas es el primer amor de adolescencia Campos de fresa es una dama vestida de blanco, Sueño de una noche de verano es la perdida de un mentor...

Siento lastima por los que solo viven para cuidar algo que no les seguirá en vida, que no es una pieza más en su esencia y en su vida. Siento muchísima pena por los que no se enamoraron nunca a través de una obra, una película, un cuadro o una canción.

Los que soban un libro, lo marcan con tickets de autobús, metro, doblan sus puntas por el movimiento de su que hacer, son gente que se tatúan en su espíritu un momento donde la luna son de color sepia del sudor en las paginas de un papel que late como un corazón, colores hecho con la tinta de las letras impresas, con el canto de los pájaros que claman una Furtiva lágrima, o un Stand by me. Un paisaje con flores que huelen a incienso, imprenta o mora.

Lamento mucho que un libro en mis manos gima, no de dolor, pues solo inexpertos en según que parajes pueden creer que un quejido es de dolor y no de gusto. El gusto de ser vividos, el grito de ayuda por querer ser parte de nada y de todo.

El peligro de quemar un libro, no es quemar papel, es quemar lo que significó, para autor, lector y ser Humano.

El hecho de respetar a los libros creyendo que son unas tapas y unas hojas, es erróneo. El hecho de respetar a los libros es lo que hizo de bien para nosotros.

Se nos va la vida pensando que tirar un libro a reciclar es matar una vida. No cuando el libro es malo o no nos da nada. Respeto merecen pero, ¿No lo merecen las personas?

Las ideas que nos dan, las experiencias que logramos, lo bonito que nos hace sonreír, no es el Arte, es el recuerdo de aquel momento, de aquella emoción por haber aprendido. Es dar gracias por conocer algo más que nos hace mejores.

A fin de cuentas, escribir en un libro una dedicatoria, ¿No es mancillarlo? Y mis mejores libros lo están. Escritos por autores, por personas, por mí mismo.

Un autor muere, pero su recuerdo no. A mí, Gaite, Carroll, Shakespeare, me han hablado una vez muertos. Me han dicho algo de lo que deseaban compartir. Me han alimentado por intentar seguir su ejemplo.

Si mañana soy uno de ellos y un chaval me trae un libro magullado por la vida, se lo firmaré y le daré las gracias, porque, el libro puede ser destruido, lo que representa es indestructible, inmortal. De eso va que hoy hablemos de este y otro autor.

Yo viví cada libro, canción, dibujo, película, que mereció ser vivido. Nunca olvidaré lo que me dieron.

Así que, desconfía de las estanterías de aquellas casas cuyos tomos, películas o CDs parezcan como recién comprados aunque lleven ahí años, pues significan que están para aparentar, no para vivir, no para sobar, no para gemir de placer, no para dar experiencias, solo para estar ahí.

Cuida tus libros porque merecen ser respetados, pero, vívelos, por lo que más quieras, porque lo piden. Cuéntales tu a ellos que les han hecho estar como están.

Mi respeto a los que solo los miman, pero, mimarlos dándoles alas. Mimalos cuidando que no se pierdan cosas, porque ellos se cuidarán de que a ti no te falten cosas que merezcan la vida ser aprendidas.

Y si, yo sigo sobando mis libros, pero con mimo, que todo tiene su punto intermedio.

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