jueves, 24 de enero de 2013

Me gusta...


Me gusta intentar cazar los gorriones de mi infancia que huían y huyen al verme quererlos atrapar.

Me gusta pasarme por el café Princesa, en cuya barra un hombre lamenta que en las necrológicas no aparezca su mujer.

Me gusta cubrirme con las sabanas hasta la cabeza, protegerme del mundo durante unos segundos y seguir después con lo demás.

Me gustan las pequitas de Nuria Gago, la pequeña cicatriz de Michelle Jenner y el lunar de Verónica Sánchez.

Me gusta inventarme varias canciones que luego ni recuerdo y tararear mal las que oí por ahí.

Me gusta la idea de ver sentados a tomar el té a Conan Doyle, Lewis Carroll, Oscar Wilde, Mary Norton, Carmen Martín Gaite y Shakespeare.

Me gusta pensar en el que será, en el que fue y como la vida da su castigo y su recompensa a cada cual.

Me gustan las faltas leves, las luces de candilejas, los primeros génesis, el no tener miedo, los largos domingos de noviazgo y los castillos que deambulan.  

Me gusta pasear y ver las ventanas de las casas encendidas al anochecer, pensando yo que pasará allí y que historia allí sucederá.

Me gusta pensar que cada cual es como esos personajes de la literatura que tienen bien aprendido un papel para interpretar en el escenario de hoy día, aunque resulte que no sea así.

Estas y otras cosas me gustan.

domingo, 13 de enero de 2013

Podría decir...


Podría decir que hoy pienso ponerme melodramático, melancólico o meloso, pero mira, no.

Podría decir que se esfuma mi veintena como el rocío y lo hace sin lucha, sin boato, con la espada en la tierra, pero mira, no.

Podría decir que al oído me susurra un niño que me pregunta que pasó conmigo en esos años que no estuvo, pero mira, no.

Podría decir que me entristece comprobar que ya nadie me espera al bajar de los autobuses, pero mira, no.

Podría decir que me salió caro no hacer lo que debía en mi tiempo y momento, en vez de fuera de plano, pero mira, no.

Podría decir que mis planes y sueños son cuentas pendientes que nadie saldará nunca, pero mira, no.

Podría decir que siempre llego cuando todo está terminándose y solo el eco de mis pasos y pensamientos es mi equipaje, pero mira, no.

Podría decir que estoy cansado de perder, que ninguna de mis armas es efectiva y que nunca fui la persona favorita de nadie, pero mira, no.

Podría decir que necesito un amor que siempre vuela al norte, sur, este y oeste de mi mapa vital, pero mira, no.

Podría decir que me muero de ganas por ver que me depara otro amanecer tras otro, que momentos importantes conoceré, cuantas personas, novelas, cuadros, películas, canciones, sueños veré nacer mientras camino los caminos abiertos, cuanto me espera conocer y a quien me ayudará a explorar, los errores y los aciertos en los que me meteré de lleno, como la vida jugará al despiste, pero mira, prefiero que lo diga el tiempo.