miércoles, 30 de marzo de 2016

Graciosidades

Cuando queráis contar un chiste, evitad hacer lo siguiente:

-¿Sabéis el de aquel loco que pinta el techo y otro loco va y le dice: “Agárrate a la brocha, que quito la escalera”?
-No, cuenta.
-Bueno, pues ahí va: Aquel loco que pinta el techo y otro loco va y le dice: “Agárrate a la brocha, que quito la escalera”

Observarán que ha habido lo que los especialistas llaman repetición.

Así pues, antes de contar vuestro chiste, evitad también eso de anunciar…

-¡Os voy a contar un chiste buenísimo!

El simple hecho de anunciar esto basta para que el chiste fracase. Es lo que se conoce como hacer un over promises.

De manera general, evitad estropear el chiste.

Ahora lo bueno sería indicar algunas maneras de contar un chiste. ¡Es buenísimo!

Está la manera corriente:

-Mira, sé uno: se trata de un loco que está pintando el techo. De repente, hay otro loco que llega y le dice: “Agárrate a la brocha, que quito la escalera”

No hay peligro de estropear nada. Simple y sin complicaciones.

Está la manera erudita:

-Amigos míos, ahí va uno: Aquel excéntrico que pinta el techo y otro maniático visita a este primero y le expresa, en tono relajado: “Aférrate a la brocha, que hurto el flechaste” Graciosamente delicioso ¿No?

Este tiene el riesgo de perder su efecto y hacer que se pierda la posible gracia.

También está el que se equivoca al contar el chiste:

-Esto… es un tipo… un tipo que está majara que está… ¿Qué era?... ¿Tapizando? No, no… pintando el techo… entonces llega un médico… Ah, no, no… un loco, otro loco, claro, porque no puede ser el mismo, claro… Y llega con un hacha… y entonces… eh… le dice: Tíralo al aire y si vuela es un murciélago… Ay… no, no era así…

Imposible lograr nada coherente si el que cuenta el chiste no se lo sabe bien ¿Cierto?

Está igualmente el que imita acentos o el modo de contar de otros:

-¡Fistro! Ese chalado que está en ese pedazor de manicomio, físicamente, moralmente… y llega otro locor y le dice: "¡Ay, pájaro! ¿Qué marcha me llevas, pata liebre? ¡Jar! Agárrate a la brocha que quito ese pedazor de escalera." ¡No puedor!

No es muy recomendable esto, ya que en vez de la risa, se crea el desconcierto del posible auditorio.

Está el que se acuerda bien de todos los detalles, pero se olvida de lo más importante:

-En un manicomio de las afueras de Madrid había un loco que estaba pintando el techo del pabellón. De repente, otro loco que daba un paseo en aquella mañana de otoño se acerca al loco que está pintando y le dice…le dice… pues… ¡Ostras! ¡No me acuerdo como acababa!

Es recomendable saber el final del chiste, si no, se pierde toda la gracia posible.

Además está aquel que es el que más se ríe con su propio chiste:

-¡Oh!  Un loco que ¡Je, je, je!  Está pintando el techo. De repente, ¡Je, je, je! hay otro loco que llega ¡Je, je, je, je! ¡JE, JE, JE!  Y le dice ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE!: “Agárrate ¡JE, JE, JE!  A la ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE! brocha, que ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE! Quito ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE! la escalera”

Imposible entender un chiste contado entre carcajada ¿No es cierto?

La verdad es que contar un chiste no es algo sencillo, y menos en los tiempos en los que nos movemos… La gracia ha ido cambiando durante los siglos. Antes, los encargados de hacer chistes y bromas eran los bufones, hoy día la gente se ríe con caídas y con desdichas de otros, siendo una purga de la miseria personal, pero claro, estoy generalizando... y el problema que tiene el generalizar es que se pueden ofender a muchos.

Seguro que si ustedes cuentan este chiste de los dos locos, alguien habrá que diga:

¡No generalices! ¡Qué poca sensibilidad! ¡No todos los locos son como estos dos locos! ¡No todos somos de alma tan negra como tú! ¡Destructor!

Y es tan importante el que cuenta el chiste como el que escucha dicho chiste, porque, claro está, no todos entienden la ironía y prefieren reírse de las caídas y pensar “Suerte que no fui yo”. Por tanto, la gente prefiere ser el que cuente el chiste antes de ser el objeto de este.

Así que hacedme un favor: antes de contar cualquier chiste, simple y llanamente reíros de vosotros mismos un ratito y disfrutad con lo que vaya pasando en vuestro día a día.


Por cierto, ¿Sabéis el de…?