Cuando
queráis contar un chiste, evitad hacer lo siguiente:
-¿Sabéis
el de aquel loco que pinta el techo y otro loco va y le dice: “Agárrate a la
brocha, que quito la escalera”?
-No,
cuenta.
-Bueno,
pues ahí va: Aquel loco que pinta el techo y otro loco va y le dice: “Agárrate
a la brocha, que quito la escalera”
Observarán
que ha habido lo que los especialistas llaman repetición.
Así
pues, antes de contar vuestro chiste, evitad también eso de anunciar…
-¡Os
voy a contar un chiste buenísimo!
El
simple hecho de anunciar esto basta para que el chiste fracase. Es lo que se
conoce como hacer un over promises.
De
manera general, evitad estropear el chiste.
Ahora
lo bueno sería indicar algunas maneras de contar un chiste. ¡Es buenísimo!
Está
la manera corriente:
-Mira,
sé uno: se trata de un loco que está pintando el techo. De repente, hay otro
loco que llega y le dice: “Agárrate a la brocha, que quito la escalera”
No
hay peligro de estropear nada. Simple y sin complicaciones.
Está
la manera erudita:
-Amigos
míos, ahí va uno: Aquel excéntrico que pinta el techo y otro maniático visita a
este primero y le expresa, en tono relajado: “Aférrate a la brocha, que hurto
el flechaste” Graciosamente delicioso ¿No?
Este
tiene el riesgo de perder su efecto y hacer que se pierda la posible gracia.
También
está el que se equivoca al contar el chiste:
-Esto…
es un tipo… un tipo que está majara que está… ¿Qué era?... ¿Tapizando? No, no…
pintando el techo… entonces llega un médico… Ah, no, no… un loco, otro loco,
claro, porque no puede ser el mismo, claro… Y llega con un hacha… y entonces…
eh… le dice: Tíralo al aire y si vuela es un murciélago… Ay… no, no era así…
Imposible
lograr nada coherente si el que cuenta el chiste no se lo sabe bien ¿Cierto?
Está
igualmente el que imita acentos o el modo de contar de otros:
-¡Fistro!
Ese chalado que está en ese pedazor
de manicomio, físicamente, moralmente… y llega otro locor y le dice: "¡Ay, pájaro! ¿Qué marcha me llevas, pata liebre?
¡Jar! Agárrate a la brocha que quito ese pedazor
de escalera." ¡No puedor!
No
es muy recomendable esto, ya que en vez de la risa, se crea el desconcierto del
posible auditorio.
Está
el que se acuerda bien de todos los detalles, pero se olvida de lo más
importante:
-En
un manicomio de las afueras de Madrid había un loco que estaba pintando el
techo del pabellón. De repente, otro loco que daba un paseo en aquella mañana
de otoño se acerca al loco que está pintando y le dice…le dice… pues… ¡Ostras!
¡No me acuerdo como acababa!
Es
recomendable saber el final del chiste, si no, se pierde toda la gracia
posible.
Además
está aquel que es el que más se ríe con su propio chiste:
-¡Oh! Un loco que ¡Je, je, je! Está pintando el techo. De repente, ¡Je, je, je!
hay otro loco que llega ¡Je, je, je, je! ¡JE, JE, JE! Y le dice ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE!: “Agárrate ¡JE,
JE, JE! A la ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE,
JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE! brocha, que ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE,
JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE! Quito ¡JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE, JE,
JE, JE, JE, JE! la escalera”
Imposible
entender un chiste contado entre carcajada ¿No es cierto?
La
verdad es que contar un chiste no es algo sencillo, y menos en los tiempos en
los que nos movemos… La gracia ha ido cambiando durante los siglos. Antes, los
encargados de hacer chistes y bromas eran los bufones, hoy día la gente se ríe
con caídas y con desdichas de otros, siendo una purga de la miseria personal,
pero claro, estoy generalizando... y el problema que tiene el generalizar es que se pueden ofender a
muchos.
Seguro
que si ustedes cuentan este chiste de los dos locos, alguien habrá que diga:
¡No
generalices! ¡Qué poca sensibilidad! ¡No todos los locos son como estos dos
locos! ¡No todos somos de alma tan negra como tú! ¡Destructor!
Y
es tan importante el que cuenta el chiste como el que escucha dicho chiste,
porque, claro está, no todos entienden la ironía y prefieren reírse de las caídas
y pensar “Suerte que no fui yo”. Por tanto, la gente prefiere ser el que cuente
el chiste antes de ser el objeto de este.
Así
que hacedme un favor: antes de contar cualquier chiste, simple y llanamente
reíros de vosotros mismos un ratito y disfrutad con lo que vaya pasando
en vuestro día a día.
Por
cierto, ¿Sabéis el de…?