jueves, 22 de enero de 2015

Un mal perdedor

Presentador: Los nominados a mejor actor de reparto son… José Berrocal por  Sin sangre, Raúl Redondo por Semillas de verano, Daniel Casanovas por Un cuento roto y Aitor Ruin también por Un cuento roto. Y el ganador es… ¡Daniel Casanovas por Un cuento roto!  (Aplausos)  Recoge el premio su compañero de reparto Aitor Ruin.

A. Ruin: Gracias… En fin (mirando el premio) ¡Vaya! ¡Os habrá costado mucho encontrar este adefesio en el todo a cien! (mirando al público) Bueno, yo debería decir unas palabras. Es un honor recoger este premio en nombre de mi muy estimado y allegado… conocido Daniel Casanovas. Daniel no pudo estar hoy aquí porque está trabajando en una película con Isabel de la Orden… Como ven yo no obtuve un papel en una cinta tan aburrida y pretenciosa. El caso es que el encantador Daniel Casanovas ganó este premio, cosa que tiene su mérito ya que solamente posee dos registros: Galán de polígono y patoso sin gracia. Pero, siendo justos, ¿Qué es lo que le diferencia de otros actores de su generación? Pienso que todos aquí tenemos la respuesta ¿No?: Estar hasta en la sopa y tener las rodillas peladas.

Recibir un premio siempre es un honor, pero recibirlo aquí en este lugar de Madrid, frente a gente como ustedes… Disminuye ese honor.
Estoy contento de que le den este premio a Daniel en vez de a mí, que he dedicado mucho esfuerzo y años a ser actor, como también estoy contento de anunciarles a todos ustedes mi retirada del mundo de la interpretación para dedicarme a la atención y el cuidado de personas con trastornos mentales, entre las que seguramente encontraré a los miembros del jurado de este festival. Buenas noches y gracias.

martes, 13 de enero de 2015

El creador sentado en una habitación

Pobre Úrsula. Pocos la conocían bien.

Tenía su padre un piso en pleno Callao. Ella la segunda de cuatro hijos. Cuando tuvo catorce años, sus padres se separaron. Un duro golpe, pero eso no dejaba de ser algo común en la época. Y ahora, con veinticinco, moría. Nadie es consciente de como suceden las cosas, pero Úrsula si notó que todo acababa. Un paso de cebra, un imprudente que se salta el semáforo en rojo y… aplastamiento de las costillas que se clavan en el corazón. Muerte en el acto.

Pero allí estaba, en el vacío, en la oscuridad, sin sentir nada.

Oyó los pasos de alguien que se acercaba y vio a una mujer de unos veintitantos, con traje azul marino de chaqueta y falta plisada, camisa blanca y corbata negra. Su cabello era color trigo y estaba suelto, sus ojos, de un azul glacial. Ojeó una carpeta que llevaba con ella.

-¿Úrsula?
-Eh… Sí.
-Bien, sígueme.
-¿A dónde?
-Tú sígueme. Las preguntas al final.

Ella obedeció y siguió a la mujer trajeada.

-Estoy muerta ¿es eso?
-No puedes estar muerta si nunca has estado viva al uso.
-No comprendo…

La mujer abrió una puerta que no parecía estar allí antes y entraron en una gran oficina llena de cubículos, estanterías con archivadores y gente que hablaba.

-Eh, Arturo, te veo bien.- Saludó la mujer con una sincera sonrisa.
-Y tú ¿Nuevo traje?
-Sí, ya ves…
-Mándales recuerdos a tus hermanas.
-¿A cuáles de ellas?
-A todas.
-Pues vas listo, son legión casi.

-Hola, guapa.
-Hola, Joanna.
-Tenemos que quedar para contarnos nuestras cosas.
-Claro, pero llama también a Carla y a Diana.
-Da eso por hecho.

-¿Y toda esta gente?
-Te dije que las preguntas se resuelven todas al final del trayecto.

La mujer giró a la derecha en la larga fila de cubículos.

-Buenos días.
-Buenos días, Alejo ¿Cómo te va?
-Tirando. ¿Te enteraste de lo de Candela?
-Sí, me alegro por ella.
-¿Esa es la nueva?
-Sí, el jefe la espera.

-¿El jefe?
-Tienes suerte de haber muerto hoy, Úrsula. Si hubieras muerto hace una semana o dentro de un mes, tal vez la cosa hubiera cambiado.

Úrsula fue leyendo los carteles de las puertas de aquel largo pasillo. Departamento de procrastinación, recuerdos humanos, cuarto de lindeza, despacho de autocensura, almacén de humores…

-¿Y esas escaleras de caracol?
-Esa no se bajan casi nunca. Ahí está la zona de recursos antagónicos.
-¿Perdón?
-No es de tu incumbencia, así que tranquila. Ya llegamos.   

La mujer llamó a una puerta de madera con una placa dorada donde se leía en relieve Zona restringida. No molestar a no ser causa de fuerza mayor. No estamos para gili sandeces.

-Adelante.

Entraron y lo que Úrsula vio en primer lugar fue la mesa donde descansaba un Pc portátil en el que, de espaldas, escribía un hombre ancho de hombros y con el pelo muy corto.

En esa mesa también había unos botes de lápices con miles de bolígrafos, lápices de diversos colores, unas tijeras, unas pinzas... Una estantería se fusiona con la mesa y en la estantería descansan diversos libros, ordenados en altura pero no en grosor. Había, en lo alto, apoyado levemente, un muñeco súper articulado de Hulk gris, al estilo Jack Kirby. La estantería también estaba fusionada con la cama, pues era muebles de estilo de camarote de un capitán, o eso reza la placa de arriba del todo. CAPTAIN.

En la zona que estaba encima de una cama había varios niveles, del más bajo al más alto. En el más bajo había dos secciones, la más pegada a la entrada tiene un montón de DVD que, antaño estaban ordenados alfabéticamente. Hoy no. Hoy el orden es inexistente.

Delante de los DVDS había diversas figuras que representan a algunos de los personajes que Úrsula juró haber visto por los pasillos del despacho, o eso quiso creer. Otras eran simplemente C3PO y R2D2 y Spiderman luchando con el terrible Doctor Octopus.

Más arriba, ya el último de estas estanterías, más libros de clásicos diversos de la literatura española y universal.

A las espaldas del hombre de hombros anchos, había  un par de estanterías con una enciclopedia, diccionarios, libros de consultas varios, revistas…

Úrsula también se percató de una  postal de Mía Sarah puesta en el cabecero de la cama, sí a eso se le puede llamar cabecero. La luz entraba por la ventana que estaba frente al hombre y su Pc.

El hombre al verlas se giró. Tenía ojos color castaño oscuro, nariz fina y perilla burdamente perfilada. Sonrió al verlas.

-Señor, he traído a Úrsula, como me pidió.
-¡Estupendo!- La silla crujió al levantarse el hombre y darle un abrazo a la recién llegada.- Eres más alta de lo que te creía.
-¿Gracias?
-Siéntate, por favor.
-¿En la cama?
-Claro, no os está permitido sentaros en mi silla.

Úrsula obedeció y contempló a las dos personas que estaban frente a ella, de pie.

-No sabes quién soy ¿Verdad?
-Imagino que el jefe de todo esto.
-Sí, pero soy más que eso. Soy tu creador.
-¿¡Mí qué!?
-Tu creador.-Repitió la mujer.-Nuestro creador en realidad.
-No…  ¿Eres Dios?
-No, Dios no soy, pero si soy lo más cercano para vosotros a un Dios.
-No lo comprendo.
-Verás, mi querida Úrsula, yo he decidido matarte. A decir verdad, simplemente eres una víctima de las circunstancias. Tu muerte fomentó el inicio de un cuento donde otros personajes se van a lucir. Eres un mero medio, un secundario de un relato, si lo deseas.
-Así que… ¿No soy real?
-Bueno… Real… Puuuuf… No
-¿Y estoy muerta?
-En otras circunstancias sí. Aunque, yo no soy muy partidario de la muerte. La última persona que murió en mis relatos, se levantó a cenar.
-Sí, fue muy raro.-Apuntó la mujer.
-Aquí, en este lugar, podemos salvarte de morir cuando te reutilizamos en otro relato o novela y por tanto te borramos la memoria y te rehacemos, pero para eso debes ser alguien con cierto potencial o que le tenga cariño.
-¿Entonces?
-Tú caso no es ese, pero hoy es mi cumpleaños.- Sonrió el creador.
-Ajá.
-Y he pensado algo importante para ti...

El Pc emitió un pitido.

-¡Vaya! ¡Mira quien aparece!-Gritó el hombre al mirar la pantalla y teclear.-Hola, Leo. Justo ahora estaba teniendo una idea para un relato que tal vez te agrade.

El creador dejó de escribir, suspiró y volvió a mirar a Úrsula.

-Lo que creo que vamos a hacer contigo es una locura en toda regla.- Luego se dirigió a la mujer.-Encárgate de distraerme un poco a Leo ¿estamos?
-Claro, señor.

El hombre se remangó, se crujió los dedos y sonrió.

Chasqueó los dedos y entonces…



-Chicos, quiero que conozcáis a alguien.-Anunció su padre a Nuria, Eva, Jimena y Ángel, de doce, diez, ocho y seis años respectivamente. 

Los cuatro entraron en la habitación del hospital, donde la madre de los niños sujetaba entre sus brazos a un bebé recién nacido.

-Esta es Úrsula, nuestro séptimo miembro en la familia.
-Ya ves.-Se pavoneó Ángel.-Ya no voy a ser más el pequeño de la casa. Ahora soy un hermano mayor.
-Sí, pero sigues en desventaja.- Contestó Eva.-Ahora somos cuatro contra uno.

Y ese trece de Enero, nació Úrsula.